La diferencia entre el aprendiz y el virtuoso radica simplemente en el tiempo de práctica, pues la información que ambos manejan es exactamente la misma.
En la vida eres un aprendiz de creador, te estás preparando a través de la toma de consciencia de tu realidad de cuales son tus defectos y virtudes para promover tu vida, y así es como estas templando tu alma para llegar a ser un virtuoso creador y trascender al aprendiz que llevas dentro, pero para ello debes aprender a obrar milagros.
Un milagro es un cambio de la personalidad que ha de perdurar en el tiempo. Este se origina en tu mente, fruto de la madurez y la perspectiva de la realidad que obtienes con el tiempo de práctica, donde eres un simple aprendiz.
Un milagro modifica tu cuerpo físico y su bioquímica, tu campo psicosomático, donde se encuentran tus correspondencias con las que encarnaste en esta dimensión, para acto seguido transformar la personalidad y su proyección en la materia, moldeando una nueva realidad creada y basada en el propósito que alberga para ti la vida.
Conocemos la enfermedad cuya causa es siempre fruto de una acción irreflexiva que se manifiesta desde leyes universales tales como la causa y el efecto o desde el mal conocido Karma. Generando un proceso emotivo no filtrado, no resuelto y cuya información satura nuestra energía vital provocando la falta de inmunidad de nuestro cuerpo físico, que ante dichas circunstancias, enferma.
Conocemos la curación, cuyo principio está basado en la eliminación del dolor físico, o de los diferentes tipos de enfermedades que existen, pero pasando por alto la causa determinante que la originó.
Conocemos la sanación como proceso de comprensión mental y emotiva que intenta escudriñar la causa que puede desarrollar los síntomas, el dolor o la enfermedad que dicha acción irreflexiva provocó.
Pero para obrar milagros en la vida se requiere de un punto de vista diferente, trascendental y que cuestione los cimientos de la metafísica conocida hasta nuestros días.
Extraido de la web shamballa