TRAMAS DE CRISTALES

















Las tramas de cristales o mallas cristalinas (en inglés crystal grid), son lo que comúnmente podríamos llamar “círculos de piedras”, aunque el círculo es tan sólo una de las muchas formas que pueden adoptar. No deben confundirse con los términos “redes cristalinas” (crystal net), que están referidas específicamente a la disposición espacial de la estructura molecular (química) de los elementos componentes de los minerales. Personalmente, me gusta diferenciar ambos términos para evitar confusiones.
Las tramas son lo que han iconizado el lado más mágico de la gemoterapia y la gemomancia, y es lo que nos permite sacar el máximo partido a nuestros minerales.
En general, podemos describir una trama cristalina como la disposición geométrica de un grupo de cristales, de manera que sus energías interactúen entre sí, creando corrientes energéticas de alta vibración (como si fueran un circuito), que podemos orientar hacia un propósito concreto. El origen de esta forma de utilización de los minerales, generalmente con fines rituales o meditativos, es muy antiguo, primitivo. Ya en la antigüedad, los primeros homínidos que demostraron creencias religiosas y espiritistas usaban círculos de piedras para delimitar sus espacios dentro de las cavernas, y hacían que las mujeres no salieran de ellos mientras menstruaban. Muchos chamanes de los indios americanos y maestros tibetanos se han encerrado en círculos de piedra durante horas de meditación y días de ayuno.
Incluso desde Irlanda y los pueblos celtíberos nos llega la creencia de que los círculos de piedra eran refugio de gnomos y duendes, o simbolizaban portales a los mundos de las hadas.
De algún modo, es muy representativo el hecho de que las piedras formen estas estructuras, tanto en la naturaleza como por mano del hombre, de la misma forma que sus moléculas la formen en su conformación interna. Es de creencia extendida que una trama, cuantas más piedras tenga, mejor va a funcionar, y esto realmente no siempre es así. La realidad es que, por norma general, disponer 60 piedras “a cholón” formando círculos u otras formas, puede no servirnos para nada. ¿Por qué? Por el llamado “efecto de resonancia”. 
La resonancia se define en física como una interactuación de longitudes de onda (energías) que da por resultado el reforzamiento de la longitud de onda resultante. Hablando en cristiano: las energías resonantes se unen para formar una nueva energía más fuerte. Es decir, usamos las tramas para que las energías de los cristales que la forman se retroalimenten entre sí, potenciando su poder.
Todas las piedras “resuenan” entre sí. Algunas veces esta resonancia es positiva y da como resultado una nueva energía poderosa que podemos utilizar para algún fin concreto; y otra, la resonancia es caótica o incompatible, lo que da como resultado energías sucias y poco definidas que malamente pueden utilizarse, y que sólo enturbiarán nuestro ambiente energético. Por eso, el colocar simplemente un montón de piedras al tuntún siguiendo un patrón, no asegura que la trama vaya a funcionar correctamente. Es importante conocer qué piedras resuenan entre sí correctamente, y qué piedras no pueden usarse juntas, o si alguna requiere alguna distribución concreta respecto a otras…
Son muchas variables a tener en cuenta, y todas tienen que encajar como piezas de un puzzle, de tal manera que podamos ver el dibujo resultante con toda la claridad posible.
Las tramas están compuestas de tres cosas básicas: los nodos (nodes, central points), los eslabones (links) y el centro o núcleo (grid core).
El núcleo de una trama es lo que va a definir realmente la forma que va a disponer. Es la piedra que está en el centro, y es la que va a recibir, o transmitir, toda la energía resonante de la trama. Hay gente que recomienda que la gema que nos va a servir de núcleo tiene que ser la más grande; otros la más poderosa, y a otros directamente les da igual. Yo personalmente recomiendo que sea la piedra que más sintonice con el propósito que queremos conseguir con nuestra trama (por ejemplo, si está relacionado con una relación amorosa, sería recomendable tener un cuarzo rosa en el centro).
A veces, si no tenemos una piedra específica para ello, o vamos a crear una trama para varios propósitos diferentes, es preferible usar “piedras comodín”, de las que valen para todo, como el cuarzo hialino.
Pero esto normalmente va en cuestión de gustos. Lo que es realmente importante es que la piedra que vaya en el medio es que sintonice profundamente con nosotros.
Los nodos son los puntos que definen la geometría. Son las posiciones estratégicas que han de adoptar nuestras piedras alrededor del núcleo, y aquí es donde es importante tener en cuenta las resonancias entre las piedras (hablaré más adelante de esto). Es crucial tener en cuenta qué piedras resuenan bien juntas y cuáles no, de manera que tenemos que jugar con la disposición para sacar el máximo partido a la resonancia de las gemas. Normalmente nodos similares usan piedras similares. Algunos incluso usan símbolos de poder, velas, hierbas o representaciones elementales en vez de piedras. Los nodos son los que recogen la energía del universo y la dirigen hacia el núcleo, creando una única onda energética a partir de varias, de forma que la piedra central es la que emana (se carga) con la energía resultante (¿veis? resonancia…). Cuanto más armónicas entre sí sean las energías de los nodos, más definida y potente será la energía final que se forme en el núcleo.
Por último, los eslabones, son los “canales” que facilitan que la energía fluya entre los nodos, hacia el centro (o desde el centro hacia los nodos). Normalmente son puntas, varas o gemas con una importante tendencia canalizadora. Las varas de doble punta permiten que la corriente energética fluya en ambas direcciones, las de una sóla punta la dirigen en una dirección determinada, y las rodadas o piedras normales generalmente dejan que la corriente se establezca por sí sola, aunque esto puede volver el resultado un poco impredecible, por eso es importante usar puntas como eslabones dentro de las tramas.
No es obligatorio usarlos tampoco, pero desde luego sí muy recomendable.
Las tramas más sencillas están compuestas por, al menos, 3 piedras, formando la figura geométrica básica: el triángulo. Aunque en realidad una trama puede llegar a ser tremendamente complicada, y su diseño queda a disposición de la imaginación del que la forma. Muchos usan plantillas o patrones dibujados en cartulinas para visualizar mejor cómo las energías se relacionan entre los nodos (yo por ejemplo utilizo cartulinas con nudos celtas). Otros prefieren usar directamente las piedras e improvisar la geometría, creando formas como el infinito, espirales, círculos simples…
Lo que os recomendaría, sobre todo al empezar, es que sea cual sea la forma que elijáis, que la disposición de los núcleos en ella no sea demasiado caótica. Será más fácil predecir el resultado, y tendremos más en cuenta que cada piedra interactúa no sólo con la piedra central, sino también con todas las que la rodean.


¿Para qué pueden usarse las tramas?
Para todo. Meditación, rituales, sanación… Los gemoterapeutas usan tramas sobre el cuerpo o la espalda cuando buscan sanación, para cubrir todos los chakras o crear centros de energía que sean fácilmente “absorbidas” por nuestros sistemas. Los expertos en viajes astrales rodean su cama de piedras antes de embarcarse en un viaje, como método de protección. Es muy recomendable usar tramas cuando queremos hacer trabajos mágicos en rituales, o en nuestro altar. Muchas veces los hechizos recomiendan “rodearnos” de estas piedras, o colocar piedras en puntos estratégicos de la casa (salas principales, orientaciones zen, etc…). Los rituales mágicos, como los Wiccanos usan círculos de piedras, velas, sal, con los elementos según los puntos cardinales… Un ejemplo muy curioso de trama son los famosos cazasueños o atrapasueños chamánicos, en el que se disponen cuentas dentro de una red espiral de hilos que confluyen en una piedra central… Como veis hay muchos ejemplos de tramas en muchos tipos de prácticas, religiosas, terapéuticas y mágicas.
Para crear una trama, necesitamos tener muy claro cuál va a ser nuestro objetivo. Buscar amor, bienestar, paz interior para meditar, seguridad económica… Una vez tengamos el objetivo, tenemos que buscar cristales con propiedades dirigidas a dicho objetivo (es decir, si vamos a buscar algo relacionado con el amor, lo suyo sería usar cuarzo rosa, amatista, etc… y no una azurita, por ejemplo). Una vez hemos elegido los cristales que vamos a usar, hay que limpiarlos debidamente. Esto es importante, porque utilizar una gema que ya hayamos usado antes sin limpiarla, o que se haya descargado por la falta de uso, puede provocar interferencias en la resonancia. Cuando los cristales estén debidamente limpiados y/o cargados, debemos escoger cuál de ellos será el núcleo. Hecho esto el próximo paso es cuando diseñamos la forma de la trama, que dependerá del número de piedras que tengamos (si tenemos 4 piedras no podremos crear un heptágono…). Las disposiciones de los nodos tiene que ser lo más equilibrada posible, y es más recomendable “repetir” cristales a mezclar varios de distinto tipo. Si no tenemos varios cristales iguales, entonces usamos cristales distintos con buena resonancia entre sí.
Después, si tenemos puntas de cuarzo u otros cristales canalizadores que sirvan de eslabones podemos añadirlas a la trama. Es recomendable añadir los eslabones sólo si tenemos los necesarios para la trama, y no dejar el circuito a medias.
Una vez la trama está creada, usarla es tan fácil como respirar hondo, relajarnos, vaciar nuestra mente y centrar nuestra concentración, como en cualquier trabajo mágico o antes de una meditación. Después, visualizaremos nuestro objetivo, lo desearemos, y dejaremos que las energías fluyan desde los nodos hasta el núcleo (trama receptiva), o desde los nodos hasta el núcleo, y a través de éste hacia nosotros o hacia el objetivo (proyectiva). Hacer esto durante unos minutos activará este circuito cristalino, el cual una vez “arrancado” empezará a fluir por sí solo. El tiempo que dejemos montada la trama dependerá de lo que queramos conseguir, y del tiempo que pensemos que nos llevará conseguirlo. Puede ser una sesión, un ritual, unos días o un mes. Debemos tener cuidado cuando dejamos las piedras durante mucho tiempo, porque se llenarán inevitablemente de polvo. Es muy recomendable dejar la trama en un sitio seguro, donde no corra riesgo de desmontarse, moverse o caerse, o de que nadie la toque. Cuando creamos tramas tenemos que pensar que cualquier cosa que hagamos una vez la activamos variará inevitablemente el resultado.
Es decir, en cuanto la “encendamos” tenemos que dejarla trabajar y no tocarla ni variarla en ningún sentido. Si tenemos que limpiarla o moverla por cualquier motivo, mi recomendación es que retiréis los eslabones primero, luego los nodos y finalmente el centro; y luego volváis a montarla exactamente igual y repitáis la visualización para volver a ponerla en marcha.
Algo que también quiero advertiros es que usar tramas, a la larga, sale caro. Necesitamos muchos cristales, y normalmente comprar varios del mismo tipo, o con la misma forma, lo que puede volverse arduo si queremos algún cristal raro o tallado de una forma específica. No es obligatorio usar tramas para usar la energía de los cristales, y es comprensible que sea una práctica que no está al alcance de todos los bolsillos.
Por eso es muy recomendable empezar usando tramas muy sencillas, y que estén hechas con pocos cristales que se puedan conseguir de la forma más económica posible. Ir probando combinaciones también es la clave, porque muchas veces nos merece más la pena ir buscando así nuestra sintonía y nuestro propio estilo, y eso es muy importante a la hora de hacer magia o trabajos energéticos con piedras. Pero siempre teniendo en mente en qué nos merece más la pena gastarnos el dinero.
Tomado de: elespiritudelcristal.blogspot.com