Para ello te pido que uses tu creatividad y pongas en práctica este ejercicio en forma constante.
Imagina que siempre llevas en tu mano esta espada de fuego. Te anticipo que es una herramienta muy práctica para tu protección psíquica. Cuando la empieces a usar notarás cambios positivos en tu entorno y en tu ser interno.
Todo acontece a nivel invisible y es esencial protegerse. La atmósfera mental de la tercera dimensión es muy densa, y la gran mayoría de las personas que la habitan es muy inconsciente. Sus reacciones son viscerales, y con frecuencia emiten energía negativa que se acumula en el entorno.
Si careces de protección, serás objeto de agresiones y ataques psíquicos conscientes e inconscientes, tanto del mundo visible como del invisible.
En este plano no debes bajar la guardia, para no quedar abierto y expuesto a energías indeseables.
El Universo es mental y cada persona que ves, está continuamente emitiendo energía, la mayoría de las veces negativa.
La buena noticia es que si empuñas la espada llameante de Uriel, notarás un cambio en tu ambiente y en tu ser.
Un vampiro energético o un enemigo kármico lo pensará dos veces antes de acercarse a tí.
La espada de Uriel hace justicia aquí en esta vida. La oscuridad teme a quien lleva siempre esta espada.
Te recomiendo pues que no descuides tu protección. Tampoco te obsesiones viendo enemigos por todas partes.
Uriel ama la justicia y el derecho y le desagradan los estilos de vida basados en el abuso. Es un amante del respeto y las buenas costumbres.
Si adquieres el hábito de llevar contigo la espada, protegerás tu espacio y tu aura. Te invadirá una sensación de seguridad y confianza que aumentará tu amor hacia este Arcángel maravilloso.
Ya te he dicho que de los Arcángeles, Uriel es el más cercano a nosotros, porque tiene las llaves del mundo material.
Si quieres tener un terapéuta confiable busca a Uriel. El es un consejero excelente.
Si pones en práctica estas recomendaciones que te doy, verás desaparecer muchas de tus angustias, lo que anhelo de todo corazón.
Cordial saludo, José Gabriel Agesta.
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